sábado, 13 de enero de 2018

DIRECCIÓN Y SENTIDO


Imagínate que te encuentras sólo en medio de un gran desierto. Dispones de pocos víveres y medios para avanzar. Aunque no sabes exactamente donde te encuentras, sabes que hacia el Norte hay una gran ciudad, hacia el Oeste hay una densa zona de poblados, hacia el Este hay un gran Oasis y hacia el Sur nace una selva tropical que te podrá abastecer sin límites de agua, frutos y plantas comestibles. ¿Qué haces?

Si de verdad quieres salir del atolladero tendrás que tomar una decisión, seguir una dirección y no detenerte hasta alcanzar la meta.

Lo peor será que decidas ir hacia el Norte y a mitad de camino empieces a dudar y al final decidas ir hacia el Este. Luego vas hacia el Sur, más adelante ves más clara la posibilidad de buscar alcanzar los poblados del Oeste, pero al final acabas volviendo al plan inicial que te llevaba hacia el Norte. Si actúas así, amigo mío, corres el serio riesgo de terminar andando en círculo o, lo que viene a ser lo mismo, de forma errática.

Sin embargo, si apuestas por la dirección Norte y te mantienes firme en ella aunque pasen días sin ver un Horizonte diferente, tus probabilidades de éxito serán mucho mayores. Cuando llegues a la gran ciudad, tiempo tendrás de recuperar fuerzas y si quieres podrás hacerte con los medios para más adelante salir nuevamente de viaje, ya de forma mucho mejor organizada y aprovechando el conocimiento acumulado por la experiencia pasada. Quizás te apetezca visitar ahora la selva tropical y te dirijas hacia el Sur. Si eres astuto y sabes mantenerte fiel a tu propósito inicial tendrás muchas opciones de terminar visitando todos los sitios dignos de ser descubiertos que rodean ese desierto. Pero para que tu plan tenga sentido deberás dotarlo de dirección.

Si eres practicante de Yoga quizás te hayas apercibido de que el principio subyacente a esta metáfora también se aplica a las clases. Normalmente los ejercicios que sirven para desentumecerse y entrar en calor van todos juntos. Las posturas que trabajan en una misma dirección, por ejemplo las flexiones hacia adelante, se agrupan en un mismo bloque. Lo mismo ocurre con las extensiones hacia atrás, las posturas de fuerza, las posturas de pie y en triángulo, las posturas de equilibrio y las invertidas.

Date cuenta que dentro de ti hay seis puntos cardinales y que a través de la sesión de Yoga es cómo si realizaras un viaje interno. Así para llegar a los confines más alejados de tu fuero interno es preferible acumular esfuerzos en una misma dirección hasta alcanzar el punto más lejano de la misma y entonces trabajar en otra dirección, y así sucesivamente.

Si por contra usas tu energía y tu empeño de forma desordenada y sin criterio, primero haces una postura hacia adelante (la pinza, por ejemplo) y luego haces una extensión (por ejemplo, la cobra), a continuación otra hacia adelante (el arado) y de ahí pasas a otra hacia atrás (el arco), poquito será lo que logres avanzar en cualquier dirección. El mismo sinsentido ocurrirá si alternas al azar posturas de pie con posturas invertidas, posturas de fuerza con otras de meditación o expresión corporal. Porque en todos esos casos tus energías se dispersarán como dispersas corren las aguas de los riachuelos en las praderas de las altas montañas. Pero cuando esas aguas se van fundiendo formando pequeños afluentes que terminan alimentando algún río mayor y se canaliza ese caudal con destreza acumulándolo en la misma dirección, entonces se puede aprovechar alguna cascada en su curso para generar gran cantidad de electricidad e incluso poder iluminar una ciudad entera.

Ahora tú eres esa ciudad que quiere ser iluminada. Poco a poco tienes que ir canalizando tus energías internas, quitando los muros que impidan o entorpezcan su fluir, hasta conseguir que una gran cascada de Luz se desprenda por tu columna vertebra y entonces instalar una gran dinamo en tu corazón para que convierta ese chorro de energía en un recurso que pueda ser usado y acumulado a voluntad.


Taller de Hatha Yoga en los alrededores de Altea, al aire libre, domingo 28 de enero de 2018, de 11:00 a 13:30, en algún lugar de la costa de Altea. Desde un enfoque inclusivo, una propuesta que ofrece, en su vertiente más física, posturas que pueden ponerse en práctica según diferentes variantes, en una adaptación mutua entre el Yoga y el adepto.

Aportación: 10 €.

No hay viento favorable para quien no sabe a donde va.

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