Al
día siguiente estaba sentado Zaratustra de nuevo en su piedra delante de la
caverna mientras los animales andaban fuera errantes por el mundo para traer
nuevo alimento, -también nueva miel: pues Zaratustra había consumido y
derrochado la vieja miel hasta la última gota. Y mientras se hallaba así
sentado, con un bastón en la mano, y dibujaba sobre la tierra la sombra de su
figura, reflexionando, y, ¡en verdad!, no sobre sí mismo ni sobre su sombra, -
de pronto se asustó y se sobresaltó: pues junto a su sombra veía otra sombra
distinta. Y al mirar rápidamente a su alrededor y levantarse, he aquí que junto
a él estaba el adivino, el mismo a quien en otro tiempo había dado de comer y
de beber en su mesa, el anunciador de la gran fatiga, que enseñaba: «Todo es
idéntico, nada vale la pena, el mundo carece de sentido, el saber estrangula».
Pero su rostro había cambiado entretanto; y cuando Zaratustra le miró a los
ojos, su corazón volvió a asustarse: tantos eran los malos presagios y los
rayos cenicientos que cruzaban por aquella cara.
El adivino, que se había dado cuenta de lo que ocurría en el alma de Zaratustra, se pasó la mano por el rostro como si quisiera borrarlo; lo mismo hizo también Zaratustra. Y cuando ambos de ese modo se hubieron serenado y reanimado en silencio, diéronse las manos en señal de que querían reconocerse.
«Bienvenido seas, dijo Zaratustra, tú adivino de la gran fatiga, no debe ser en vano el que en otro tiempo fueras mi comensal y mi huésped. ¡Come y bebe también hoy en mi casa, y perdona el que un viejo alegre se siente contigo a la mesa!» - «¿Un viejo alegre?, respondió el adivino moviendo la cabeza: quien quiera que seas o quieras ser, oh Zaratustra, lo has sido ya mucho tiempo aquí arriba, - ¡dentro de poco no estará ya tu barca en seco!» - «¿Es que yo estoy en seco?», preguntó Zaratustra riendo. - «Las olas en torno a tu montaña, respondió el adivino, suben cada vez más, las olas de la gran necesidad y tribulación pronto levantarán también tu barca y te llevarán lejos de aquí». - Zaratustra calló al oír esto y se maravilló. - «¿No oyes todavía nada?, continuó diciendo el adivino: ¿no suben de la profundidad un fragor y un rugido?» - Zaratustra siguió callado y escuchó: entonces oyó un grito largo, largo, que los abismos se lanzaban unos a otros y se devolvían, pues ninguno quería retenerlo: tan funestamente resonaba.
«Tú, perverso adivino, dijo finalmente Zaratustra, eso es un grito de socorro y un grito de hombre, y sin duda viene de un negro mar. ¡Mas qué me importan las necesidades de los hombres! Mi último pecado, que me ha sido reservado para el final, - ¿sabes tú acaso cómo se llama?»
- «¡Compasión!, respondió el adivino con el corazón rebosante, y alzó las dos manos -¡oh Zaratustra, yo vengo para seducirte a cometer tu último pecado!» -"
Taller de Yoga Integral en los alrededores de Altea, al aire libre, domingo 13 de mayo de 2018, de 9:30 a 13:30. Desde un enfoque inclusivo, una propuesta que ofrece, para mujeres y hombres, en su vertiente más física, práctica de Asanas, posturas físicas que pueden mantenerse según diferentes variantes en una adaptación mutua entre el Yoga y el adepto, técnicas de Pranayama, control y direccionamiento de la energía vital a través de la respiración, prácticas chamánicas en relación con el cuerpo astral, ¿Quién soy yo?, Karma, Dharma, Sangha, proyecto personal. No hay viento favorable para quien no sabe a dónde va. Pero antes debes saber de dónde vienes.
Día: domingo, 13 de mayo.
Horario: de 9:30 a 13:30.
Punto de encuentro: entre Altea y La Nucía. Si estás interesad@, mándame un correo electrónico a Yogando.Ando@gmail.com y te facilitaré los detalles.
Aportación: 15 €.
Horario: de 9:30 a 13:30.
Punto de encuentro: entre Altea y La Nucía. Si estás interesad@, mándame un correo electrónico a Yogando.Ando@gmail.com y te facilitaré los detalles.
Aportación: 15 €.
Antes de preocuparte por los asuntos del cielo date tres vueltas por tu propia casa (Confucio).

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